EL OTOÑO DE LA VIDA
¿TIEMPO PARA LA COSECHA O TIEMPO DE SIEMBRA?
por Josemi Cortijos, mayo de 2022
El otro día, un conocido me comentaba, en una videoconferencia, el dato de que el número de jubilaciones en Euskadi había ascendido hasta las 17.000 en el último año. Pasan ya del medio millón las personas que cobran una pensión de la Seguridad Social en esta comunidad autónoma. En el verano de 2021, los datos apuntaban a que ya solamente hay 1,8 trabajadores por cada pensionista. Y todo esto en una población que no llega a los dos millones doscientos mil habitantes a día de hoy.
La proporción de gente de la llamada tercera edad en comparación con el resto de la población no perteneciente a esa franja de edad es cada vez mayor. Las personas vivimos más tiempo, aunque esto no siempre y en todos los casos vaya ligado a una mayor calidad de vida. Más tiempo de vida y, si nos acompaña la salud, mayor necesidad de ocupar ese tiempo siempre y cuando obligaciones familiares o de otro tipo nos lo respeten al menos en parte. En esa edad que ronda la jubilación aún nos encontramos bien y sentimos ganas de hacer cosas que hasta ahora no hemos podido o las hemos desarrollado a medias.
Y crece, además, la oferta de actividades y de asociacionismo para esta nueva etapa de la vida: cursos de formación, talleres, tertulias, grupos de teatro, coros, etc. Parece como si, al dejar atrás nuestra vida laboral, la misma inercia de la actividad y de mantenernos en activo…, de no sentirnos apagados o apagadas en un OFF que nos sitúa fuera lo útil y necesario, nos llevara a consumir talleres, cursos y actividades de una manera casi bulímica. Nos entra la prisa por hacer cosas que esperábamos con ansia poder realizar en el recién estrenado estado.
Quiero pensar que no es que sea así en la totalidad de los casos, pero de lo que conozco y de lo que observo en mi entorno cercano podríamos decir que es lo general. Casi como si nos negáramos el permiso a no hacer nada. Tal como si de un tiempo de cosecha se tratara, nos lanzamos a hacer realidad los momentos que no hemos podido dedicar a esa actividad o aquel aprendizaje. Es nuestro derecho después de toda una vida dedicada al trabajo y otras responsabilidades. Nos lo hemos ganado y nos merecemos que otros nos entretengan, o que nos formen de una manera relajada y sin la presión de las calificaciones, etc.
La verdad es que es un enfoque muy loable de cara a la jubilación y seguramente muy gratificante. También hay quienes saben compaginar esto con alguna actividad de voluntariado y esto les honra sobremanera. La solidaridad siempre es bien recibida y los campos donde ofrecerla son múltiples y muy variados. Cada cual es dueño o dueña de su tiempo y muy libre de emplearlo en lo que considere mejor para sí. Mantenerse activos y activas sabemos de sobra que es uno de los consejos básicos para un envejecimiento saludable.
Pero quisiera que consideráramos este tiempo de vida desde otro enfoque posible. Allá donde hay quienes ven la nueva etapa solamente como un momento de cosecha, de recolección del merecido fruto tras tantos años de esfuerzo y entrega…, yo animo a verla, además, como el momento de la siembra. Si la salud y las obligaciones nos lo permiten, este período de nuestra vida puede ser enormemente gozoso y edificante. Tras una vida de muchos años de dedicación al trabajo remunerado, y tras una larga trayectoria vital –seguramente con infinidad de altibajos y encrucijadas-, nuestro bagaje personal es muy amplio y puede resultar –bien orientado– enormemente útil para otras personas. La experiencia acumulada, los talentos desarrollados y perfeccionados, y los dones recibidos y compartidos, no pueden quedar arrinconados en este otoño de la vida. Ofrecer y poner todo esto al servicio del bien común nos ayudará a darle un sentido mayor a nuestra vida. Experiencia, talentos y dones se han ido acumulando, afinando y puliendo en forma de semillas que no debiéramos olvidar sembrar antes de marcharnos. Aún queda mucho por aportar a las generaciones que nos siguen y sería un tanto egoísta por nuestra parte no compartir lo vivido, lo sentido y lo aprendido.
El Proyecto VALOR-ARTE, además de los servicios concretos que ofrece en el ámbito de los Valores, acoge de manera especial a todas aquellas personas seniors que perciben en sí mismas la necesidad de seguir sumando en nuestra sociedad. Crear un espacio de encuentro y desde el que proyectarnos como seniors, como personas de enorme valía para nuestro entorno, es una de las prioridades de este aún muy joven proyecto. Cada experiencia acumulada, cada aprendizaje realizado, cada talento desarrollado, cada don recibido y compartido…, son semillas con las que cultivar los valores de un futuro mejor. El tiempo a vivir tras la jubilación es un merecido regalo que nos da la vida, pero a la vez es un tiempo para regalarle a la vida. Hacemos, así, de la nueva etapa vital no solamente una época de cosecha del fruto trabajado y ganado, sino también de siembra de semillas de sentido y de compromiso solidario.